Tramos emblemáticos de la Ruta 40: Los 73 malditos

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En sus 5224 km de extensión, desde Cabo Vírgenes en Santa Cruz hasta la ciudad de La Quiaca en Jujuy, la Ruta 40 tiene varios tramos en muy mal estado de conservación y en este artículo te vamos a contar dónde está uno de los segmentos más desafiantes. También te vamos a dar algunos consejos para que puedas transitarlo de la mejor manera posible.

La Ruta 40 todavía tiene partes de la traza original que nunca fueron asfaltadas y, en consecuencia, su diseño no se ha adaptado a los estándares de la vialidad moderna. Son partes de la ruta estrechas, con curvas sin visual, que serpentean entre viviendas particulares, escarpados cerros o formaciones rocosas como la Quebrada de las Flechas. Un buen ejemplo de esto es el tramo que va desde Cafayate hasta San Antonio de los Cobres, pasando por Molinos, Cachi, La Poma y el Abra del Acay.

Las partes sin asfaltar son unos 1.100 kilómetros, es decir el 21% del total del recorrido. A los motociclistas de aventura nos gusta rodar por caminos de ripio, tierra, terracería, grava. Aún es parte del folklore y la mística de un viaje en motocicleta. Las partes sin asfalto que mantienen trazas antiguas son a la vez muy pintorescas, llenas de historia y uno puede cruzarse y empatizar con la gente que vive al costado de la ruta, la que en ciertas horas del día es una extensión del patio de su casa. Se transita despacio, se disfruta el olor a humo de las cocinas y se tolera el polvo y la tierra igual que la toleran estos habitantes ribereños de la Ruta 40.

Pero hay un sector de esta Ruta 40 que la cultura popular en redes sociales ha denominado «los 73 malditos», en la Provincia de Santa Cruz, entre el Gobernador Gregores y Tres Lagos, es un segmento que va paralelo al Lago Cardiel y sigue sursuroeste durante 73 kilómetros que no está asfaltado, pero por una razón que dan mucha rabia: la corrupción. La ruta ya tiene una traza moderna y amplia, y todo el movimiento de suelos de corte de lomas, puentes y relleno parece estar hecho. En partes da la impresión de que sólo falta verter el asfalto. Existen causas judiciales que llevan adelante la acusación y determinación de responsabilidades y hay suficiente información periodística online que explica la dinámica corrupta que dejó a este tramo sin asfalto. No voy a entrar aquí en esos detalles. Solo decir que este ripio me molesta, me da bronca, me irrita cada vez que tránsito por él.

¿Es peligroso? ¿Por qué «maldito»? ¿Cómo juega el factor «viento»?

Para un vehículo de 4 ruedas (o más), no representa ni un problema ni un peligro, excepto cuando llueve mucho o cuando hay nieve. En un caso el sustrato gredoso/arcilloso del suelo la hace bastante difícil de transitar y en el otro caso, cuando nieva, se pierde la referencia de los bordes y de lo que hay debajo, como, por ejemplo, sectores con piedras grandes semienterradas que pueden dañar un neumático o un cárter si no se esquivan a tiempo, pero por lo demás, a una velocidad prudente, como en cualquier camino de ripio o tierra, se puede transitar sin inconvenientes.

El problema principal lo tienen las motos y en especial, en un tramo de unos 10 kilómetros situado en la mitad sur de los 73 km. Este tramo está completamente construido de un material de canto rodado o grava muy suelta, sin compactar, en el que las ruedas de los autos, provocan unos surcos profundos de hasta 40 centímetros de profundidad que resultan muy incómodos y peligrosos, cuyos bordes o «bardones» traban la rueda delantera y provocan caídas. Hay que conducir con mucha técnica y la experiencia ayuda mucho. Pero todos los pilotos, incluso los más experimentados, reniegan de la experiencia y no la disfrutan en absoluto. Para quienes tienen motos livianas o muy pesadas, llevan a un pasajero, tienen rodados pequeños, no cuentan con experiencia suficiente en ripio o no usan las técnicas adecuadas, la experiencia puede convertirse en un verdadero calvario.

A todo esto, se le suma el factor viento, que siempre está presente y de forma persistente. Y hay épocas del año en las que sopla aún más fuerte que la media y lo razonable, haciendo del ya difícil tránsito por el ripio suelto, un desafío que sin lugar a dudas se puede calificar como «maldito».



Nuestras recomendaciones:
1) Siempre usar botas altas y rígidas, tipo enduro-motocross o tipo ‘adventure’ bien rígidas. Esto evita golpes de piedras voladoras, evita fracturas ante una caída y sobre todo, nos dan la seguridad de poder «bajar la pata», «meter un zapatazo» al suelo y recobrar el equilibrio y el balance de la moto ante una eventual «pérdida».

2) Ir parados, en posición de ataque, esto es con el torso sobre el manillar y la cola bien atrás, con las rodillas en contacto firme con el tanque de combustible y la cabeza erguida que nos permita poner la vista bien lejos. También se puede ir sentado (porque hay motos en las que es muy difícil e incómodo ir parado), pero se debe estar listo para levantar la cola del asiento y mantenerse en los pedalines apoyados en los metatarsos (la parte del pie inmediatamente posterior a los dedos). Trasladar el peso hacia atrás y mantener el manillar firme pero sin rigidez excesiva, siempre ayuda a alivianar la rueda delantera y permitirle que encuentre su nuevo rumbo o equilibrio en caso de trabarse en el bardón de piedras sueltas.

3) Usar bien la vista, que es el factor clave para conducir una moto, debe ir mirando bien lejos, a unos 40 u 80 metros. Nada de enfocarse en los detalles por los que está transitando la rueda delantera. Es una trampa y el camino más directo al suelo. Mirar lejos nos permite elegir los mejores sectores del camino maldito, buscar partes menos profundas y nos permite sobre todo, conducir dentro de un rumbo o derrotero (como si fuera una lancha o bote), en donde no interesa mucho la ola o la piedra más cercana sino el punto del horizonte hacia el que nos dirigimos.

4) Si viajan en grupo, dejar mucho espacio entre compañeros ya que una mala maniobra o una caída son muy difíciles de esquivar para quién va detrás, gestionando sus propios problemas. Y el polvo que no ayuda a ver y las piedras que vuelan también influyen en la experiencia al ir demasiado cerca.
Cómo regla general para usar en cualquier camino: si se puede leer la patente de la moto que va por delante, es que vamos muy cerca.

5) Tener paciencia. Cómo todo lo malo, casi siempre termina. No pasa nada si nos demoramos 3 horas en atravesar el maldito calvario siempre y cuando lleguemos enteros y con las motos funcionando bien al otro lado. Paren, tomen agua, tomen fotos, descansen y luego de retomar fuerzas, hagan un nuevo tramo. Si van hacia el sur, la recompensa del Chaltén y los Glaciares justificará las molestias. ¡Si van hacia el norte, el objetivo de volver a casa sano y salvo es el estímulo para atravesar de la mejor manera los inefables «73 malditos» de la Ruta 40!

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